viernes, 9 de junio de 2017

El ave más rápida del mundo. El Halcón peregrino (Falco peregrinus). Ferre Palomberu.

En esta entrada voy a presentar algunas imágenes que a lo largo de esta primavera he podido realizar a una pareja de Halcón peregrino que, como otros muchos años, ha estado criando, no sin dificultades, en una pequeña jardinera de un alto edificio colindante con el Parque de Isabel la Católica de Gijón. En la actualidad, tanto los padres como sus dos jóvenes vástagos, ya han abandonado la zona. 




Esta ubicación les proporciona una gran oferta alimentaria que aportan las especies que viven todo el año en el parque (sobre todo palomas) y que se ve incrementada en las épocas de paso de las aves migratorias que van y vuelven de sus cuarteles de invernada en África. También se ha constatado su presencia en las dos torres altas, las de 'La Estrella', dentro del conjunto de las "Mil Quinientas" en el barrio gijonés de Pumarín.




Al igual que lo están haciendo en otras grandes ciudades del mundo, el Halcón peregrino, ya sea de forma natural o ayudado por el hombre, ha conseguido criar en edificios de ciudades de interés cultural de Europa como el Tate Modern y el Millennium Dome de Londres, el Museo de América de Madrid, la Sagrada Familia de Barcelona, la catedral de Notre Dame de París, el Palacio de la Cultura de Varsovia o el Alexanderplatz de Berlín.




Esta rapaz de hábitos rupícolas que habitualmente vive sobre todo a lo largo de las cadenas montañosas, valles de ríos y costas, ha sabido reemplazar con éxito las grandes paredes rocosas naturales por edificios, torretas y otros soportes artificiales de grandes ciudades como Nueva York, Madrid, Barcelona, Londres o París donde anidan en varios lugares y que han pasado a forman parte del paisaje urbano cotidiano.




Los halcones peregrinos se encuentran entre las aves rapaces que ocupan en el mundo una mayor extensión. Se les puede encontrar prácticamente en cualquier parte del mundo excepto en el Norte de Groenlandia, Islandia, Nueva Zelanda y la Antártida, sin embargo, y a pesar de estar tan extendido, es un animal escaso.


Existen numerosas subespecies de halcones peregrinos distribuidos por el mundo. En España crían las subespecies: “Falco peregrinus brookei” (cría en todas las comunidades autónomas, Ceuta y Melilla, exceptuando Canarias) y “Falco peregrinus peregrinus” (cría solo en Canarias, y está catalogada como “En peligro”).




Sus mayores densidades se encuentran en las provincias de todo el perímetro peninsular, en especial en el área cantábrica, Pirineos, cuenca alta del Ebro, Sistema Ibérico, sierras béticas y penibéticas e islas Baleares.También es abundante en la mitad oriental de la Península, pero sin embargo, está bastante más localizado en la Meseta sur, occidente de Andalucía e interior de Galicia. Su presencia se encuentra asociada a cortados donde nidifica, de ahí que todos los acantilados costeros y las montañas del borde mediterráneo y norte peninsular tengan buenas poblaciones de esta impresionante especie.


Prefieren los grandes espacios abiertos y prosperan en acantilados cerca de las costas, donde abundan las aves marinas, también en roquedos del interior eludiendo zonas boscosas y volando con preferencia en terreno abierto. Pueden criar tanto a nivel del mar como en alta montaña (2000-3000 m.s.n.m.) y se adaptan a todos los climas desde desiertos, zonas árticas, zonas tropicales o páramos calurosos.  




Es frecuente encontrarnos al Halcón peregrino pasando gran parte del día posado en rocas no lejos del lugar donde van a anidar, pero también en árboles secos y sosteniéndose sobre una pata y con la otra medio recogida o totalmente oculta en el plumaje. En esta situación permanecen en situación de alerta, pero inmóviles durante largos periodos de tiempo, únicamente se limitan a realizar giros con la cabeza mirando inquisitivamente cualquier cosa que les llame la atención o se mueva aunque sea de forma imperceptible.




En España, al igual que en las regiones de invierno suave, por lo general es un residente permanente, y algunos, especialmente los machos adultos, se mantendrán en el territorio de cría. Sólo las poblaciones que se reproducen en climas árticos normalmente migran grandes distancias durante el invierno del hemisferio norte, de ahí su nombre de peregrino.




Por su vuelo rápido y agresividad la cetrería ha explotado, en provecho del hombre, los dones naturales de estas aves para la caza. Su manera de cazar es muy elaborada y con frecuencia la captura de una presa es el resultado del ataque combinado de macho y hembra.




Tienen un vuelo muy potente, ágil y muy característico, alternando rápidos aleteos y largos planeos. Cuando caza, bate las alas más deprisa y con mayor fuerza. Suelen lanzarse en “picado” con las alas casi o totalmente plegadas junto al cuerpo. 




Pueden alcanzar los 180 Km/h cuando persiguen a sus presas en el aire y se sabe que en un “picado” logran alcanzar velocidades que superan ampliamente los 300 km/h. Tienen el récord de velocidad en el reino animal. 




Son capaces de asimilar el cambio de presión atmosférica que significa descender a 300 km/h y que podría lesionar su tejido pulmonar, debido a que poseen unos sofisticados tubérculos óseos en las fosas nasales que evitan que se lesionen en el vuelo en “picado” y a la vez les permita respirar. 




Es muy raro, aunque están capacitados para ello, verles cazar presas en el suelo o perseguirlas a través de la vegetación baja del terreno. Pueden llegar a matar, cayendo en picado, aves que duplican su peso. 




Desde que son jóvenes aprenden rápidamente que los ataques en vertical sobre pájaros cercanos no son recompensados con el éxito, al contrario de los efectuados sobre presas distantes. Esto es debido a que la mayoría de los pequeños pájaros tienen un gran campo visual hacia arriba que les permite evitar con un rápido quiebro, los ataques que vienen de lo alto, pero de distancias cortas. Además aprenden que si los recorridos son demasiado cortos, no les permiten obtener una suficiente velocidad para que la caza sea efectiva.




El Halcón peregrino ataca fundamentalmente de dos maneras diferentes: una alcanzando una gran altura y cayendo en “picado” y de manera oblicua sobre las presas, atrapando a éstas por la parte posterior del cuerpo y acuchillándolas con un certero y mortífero golpe de sus garras abiertas, y la otra consistente en ir volando a nivel más bajo que sus presas y ascendiendo en los últimos metros para clavar las garras en la parte inferior del cuerpo de su víctima.




En el instante mismo de la captura y en especial cuando el “picado” oblicuo es efectuado desde gran altura, el halcón se endereza extendiendo las alas y la cola sin duda para frenar su caída y proyecta una o las dos patas hacia adelante.




El Halcón peregrino es principalmente ornitófago, siendo capaz de cazar presas tan pequeñas como un gorrión o tan grandes como un pato. 




Las presas más comunes en la dieta del Halcón peregrino varían naturalmente con la avifauna existente en las proximidades de su hábitat. Si éste es un acantilado marino, suelen ser atacadas las gaviotas y las pequeñas limícolas.




Si se trata de un cortado montañoso del interior, los córvidos, en especial las chovas y las cornejas sufren las mayores bajas. 




Pero en cualquiera de los ambientes, si existen palomas o tórtolas, éstas son según todos los estudios realizados, sus presas favoritas.




Habitualmente mata muchos más pájaros de los que necesita, abandonando el resto después de comer las partes más apetitosas para él. 




Los halcones son reconocidos por su agudeza visual ya que junto con el búho, tiene el ojo más agudo de las rapaces. La retina de los ojos de un halcón tiene un poder de resolución de objetos distantes dos veces tan aguda como la de la retina humana. Aún es mayor este poder resolutivo en visión lateral, hacia arriba y abajo, puesto que la fóvea tiene una enorme cantidad de conos. De esta forma con ligeros giros de la cabeza puede controlar cualquier movimiento de un pequeño animal por lejos que esté.




Las parejas se unen por toda la vida y se guardan gran fidelidad, permaneciendo posados juntos no muy distantes unos de otros.




A la llegada de la época de la reproducción, en general a finales del mes de febrero, pero más a menudo en marzo, los machos aún no emparejados se establecen en lugares que ya tienen escogidos durante el invierno, realizando continuos vuelos fuera del acantilado o roquedo y volviendo a posarse de nuevo en el mismo lugar, tratando de llamar la atención de las hembras. 




El mismo lugar o nicho es usado año tras año para anidar y existe en ello una extraña fidelidad como sucede con muchas especies de pájaros, de tal modo que pueden estar anidando en un pequeño saliente de un acantilado, aunque allí cerca haya otros que a nuestros ojos son lugares más cómodos y menos peligrosos por lo anchos y protegidos.




Poco antes de que el primer huevo sea puesto, la hembra frecuenta el lugar y se sienta en el nido vacío tal como si ya estuviera incubando. La puesta normal es de dos, tres o a lo sumo cuatro huevos.




La incubación es efectuada por ambos sexos y la hembra realiza la mayor parte de la tarea siendo alimentada por el macho que varias veces al día se acerca al lugar con una presa, llamando a la hembra que deja el nido y sale a su encuentro, recibiéndola en el aire desde sus patas o cogiéndola al vuelo cuando aquél la suelta, tal como hacen los aguiluchos. El macho puede también aportar presas a una repisa próxima o a la misma del nido donde son recogidas por la hembra.




Después de salir del nido los jóvenes halcones a los 35-42 días de su nacimiento, permanecen durante uno o dos meses en la zona de cría y son enseñados a cazar por los adultos. Con una atenta observación y sin necesidad de fijarse en la coloración del plumaje pueden descubrirse los jóvenes por la torpeza con que se conducen los primeros días, sobre todo, comparando su vacilante vuelo con el de los adultos. Cuando éstos traen alguna presa, unas veces la sueltan en el aire para que los jóvenes la cojan al vuelo, cosa que no siempre consiguen, pero en la mayoría de los casos los adultos se dirigen a un posadero con ella y allí ceban a los jóvenes como si aún estuvieran en el nido.




Las expectativas de vida en la naturaleza de un Halcón peregrino es de hasta 15-16 años, pero la mortalidad en el primer año es de entre 59 a 70%, con una disminución de entre 25 a 32% en los adultos. 




Prácticamente el Halcón peregrino no tiene más enemigo en la naturaleza que el propio hombre o a lo sumo el Búho real y el Águila-azor perdicera, que suelen compartir hábitat con él, en especial en extensas áreas del suroeste peninsular, lo cual podría explicar su menor presencia en estas áreas.




A mediados del siglo XX, el creciente uso de plaguicidas órgano-clorados, como el DDT, provocó un serio declive del Halcón peregrino a escala mundial. En algunos países, como Estados Unidos, estuvo incluso al borde de la extinción. En 1972, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, prohibió el uso de este insecticida, una decisión que no se tomaría en España hasta el año 1977. En cierto modo, dicha prohibición supuso un pequeño respiro para él, ya que el DDT se acumula en los tejidos grasos de las aves reproductoras e influye directamente en la formación del huevo. En concreto, les impide metabolizar el calcio necesario y, en caso de que llegaran a realizar la puesta, la cáscara de los huevos tiene un menor grosor, lo que afecta a la tasa de eclosión y aumenta las probabilidades de pérdida por la rotura ocasionada por los mismos pájaros en el nido. Tal vez sea debido a esta circunstancia el hecho de que la disposición de los huevos en los nidos, la efectúen siempre de tal manera que los huevos no puedan tocarse unos contra otros. El uso del DDT produjo un descenso en la población de halcones del 44% en Inglaterra y del 25 al 30% en Francia, y lo mismo ocurrió en la mayoría de países europeos.




El hecho es que, tras las pertinentes investigaciones, se pudo correlacionar la exposición a plaguicidas, fundamentalmente a los órgano-clorados, con la reducción del número de huevos eclosionados, menores puestas y parejas infértiles que se establecían pero no criaban. 




Pero lamentablemente la relación negativa del Halcón peregrino con el ser humano no sólo se ha limitado a la introducción de contaminantes químicos en su dieta habitual, ya que los huevos y polluelos del peregrino suelen ser objetivo del mercado negro y de recolectores de huevos sin escrúpulos, por lo que es práctica habitual no dar a conocer las ubicaciones de nidos protegidos.




Por otro lado, el Halcón peregrino se utiliza en la cetrería desde hace más de 3.000 años, empezando por los nómadas de Asia central. Debido a su capacidad de cazar a gran velocidad, es un ave codiciada y utilizada generalmente por los cetreros más experimentados. 




Los halcones peregrinos también se utilizan en ocasiones para ahuyentar a las aves en los aeropuertos, para reducir el riesgo de choques y mejorar la seguridad del tráfico aéreo, y fueron utilizados para interceptar a las palomas mensajeras durante la Segunda Guerra Mundial.




Además de las amenazas antropogénicas, el Halcón peregrino puede ser víctima de grandes águilas o búhos, así como ser el anfitrión de una serie de parásitos y patógenos que le pueden reducir sus expectativas de vida. El Halcón peregrino aparece en la categoría "De interés especial" en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

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