miércoles, 1 de marzo de 2017

Un acróbata pajarillo con la cola más larga que el cuerpo. Mito (Aegithalos caudatus). Rabullargu.

Con este título, me imagino que la mayoría de los que leéis esta entrada habréis averiguado que me estoy refiriendo a el Mito, un pequeño y nervioso pájaro cuyo aspecto más sobresaliente de su morfología es sin duda su larga cola.




Estamos hablando de un ave paseriforme a la que en su día (tal vez debido a su supuesto parecido en el comportamiento) se le emparentó con los páridos verdaderos (carboneros, herrerillos), pero a la que actualmente se la clasifica en una familia distinta, la “Aegithalidae”, ya que posee características muy diferentes. Su género es el denominado “Aegithalos”, siendo su denominación científica completa la de: “Aegithalos caudatus”, cuya etimología proviene del término griego “Aegithalos”: paro o herrerillo, y del latino “caudatus-a-um”: de larga cola.




En esta época del año es frecuente ver a estos diminutos pájaros formando pequeños grupos, recorriendo durante casi todos los días itinerarios muy fijos y moviéndose nerviosamente de las ramas de un árbol a las de otro, haciendo acrobacias y en ocasiones empezando ya (finales de febrero o primeros de marzo) la tarea de construir sus elaborados nidos. Hay que tener en cuenta que el Mito es uno de los pájaros que más madruga en la preparación del nido.




Su aspecto es de forma redondeada con un tamaño que viene a ser de unos 12-14 cm de longitud de los que más de la mitad, unos 7-9 cm, corresponden a su larga cola. Su envergadura puede alcanzar los 19 cm y su peso los 10 gramos. Su longevidad es de 2 a 3 años. No existe dimorfismo sexual en esta especie.




Tienen el dorso, las alas y la cola de color negro grisáceo que contrastan con el color blanco sucio de la garganta y el cuello. El pecho también es de ese color pero con tonos rosados y algunas pintas negruzcas. Las plumas escapulares son de color pardo rojizo y los flancos, el obispillo y el vientre rosáceos.




La cabeza es blancuzca con una ancha franja negra que partiendo de la base de la mandíbula superior, recorre el lateral del píleo hasta llegar a la nuca. La cara es de color blanco sucio con algunos tintes oscuros en las auriculares.




Las alas son cortas, redondeadas y muy oscuras con las primarias y secundarias marrones o negruzcas, éstas con bordes interiores blanquecinos y aquéllas con las plumas cobertoras negras.




El pico es muy corto, grueso y de color negro.




Los ojos son pequeños, con el iris de color marrón muy oscuro, casi negro, y están rodeados por un característico anillo periocular de color rosado.




La cola es muy larga y estrecha, mide unos 7-9 cm de longitud y tiene las rectrices centrales de color negro y las laterales de color blanco. A diferencia de los individuos jóvenes que luego veremos, en los adultos, el par central de plumas de la cola es de longitud similar a la del resto.




Las patas son cortas y de color negruzco.




Ambos sexos son similares e indistinguibles por el plumaje, sin embargo, los jóvenes se diferencian de los adultos fundamentalmente porque por la parte superior son de color pardo achocolatado y porque por la parte inferior son de color blanco sucio pero carecen de los tintes rosados que tienen los adultos. También se diferencian en que tienen la frente y todo el lado de la cabeza oscuro y el par central de plumas de la cola con la mitad de longitud que el resto y la base del pico y el extremo de color amarillento y el resto de color negro.




En lo referente a su canto decir que en los continuos desplazamientos que realizan en pequeños grupos en la época otoñal e invernal, es frecuente oírlos emitir una especie de “srih-srih-srih” bastante sonoro y trisílabo que terminan con un reclamo brusco tipo “zerr” y que no se le puede llegar a considerar como canto.



Su forma de volar es rebotante con cortas ondulaciones y desplazándose a las pequeñas ramitas de los diferentes árboles de los bosques o jardines por donde suelen habitar, agarrándose a ellas y en muchas ocasiones adoptando posturas acrobáticas, como colgarse boca abajo. Todo ello realizado de una manera muy nerviosa, casi eléctrica, lo cual dificulta notablemente el poderlos fotografiar adecuadamente, ya que a la dificultad de tener un tamaño muy reducido, hay que añadirle el problema que supone el hecho de que cuando te dispones a enfocar entre las ramas y encuadrar adecuadamente, ya se han marchado a otra ramita cercana. En fin, todo un completo ejercicio de fotografía de acción a pequeña escala.




Su distribución, como podéis comprobar en el siguiente mapa, es bastante amplia por Europa y Asia, aunque falta en el extremo septentrional de Escandinavia, Islandia, el norte de África, Cerdeña y en las Islas Baleares (sólo existe una pequeña población en Mallorca) y Canarias.





En nuestro país es bastante frecuente y se distribuye por casi todas las regiones, aunque con amplias ausencias llamativas en el interior de las depresiones fluviales del Duero y el Ebro, así como en las llanuras agrícolas en La Mancha de Cuenca y Albacete. Las mayores densidades se alcanzan en los bosques frondosos de Galicia y león. Son residentes habituales y sedentarios, aunque ocasionalmente, sobre todo en otoño e invierno, ante la escasez de alimentos, pueden realizar desplazamientos.





En la Península Ibérica se pueden encontrar dos subespecies distintas dependiendo de la zona geográfica en la que nos encontremos: la “Aegithalos caudatus taiti”, en la mitad norte y la “Aegithalos caudatus irbii”, en el centro y la mitad sur. Los “taiti” tienen extraordinariamente anchas las franjas negras de la cabeza, que a menudo les cubren los ojos y en conjunto, su plumaje es muy oscuro, contrastando mucho el color blanco del píleo. Por su parte, los “irbii” tiene la espalda gris mezclado con un ligero tono rosado y una estrecha banda negra en la parte superior de la espalda.





Su hábitat preferido se encuentra en los bosques caducifolios (robles) y mixtos con abundancia de matorrales y también en los encinares, alcornocales, pinares y grandes parques urbanos. No suelen sobrepasar los 1.700 m de altitud. Se les acostumbra a ver formando pequeños bandos muy ruidosos y con un carácter bastante confiado ante el observador.




Su alimentación es fundamentalmente insectívora, pero también picotean muchos brotes de arbustos y árboles frutales tratando de descubrir en su interior larvas y minúsculos insectos. Con el pico levantan los líquenes y hongos de la corteza y picotean en el dorso de las hojas los pulgones, cochinillas de la humedad, ciempiés, arañas (muy a menudo), huevos de numerosos insectos y pequeñas semillas.




Su periodo de reproducción se inicia a primeros del mes de marzo y termina en el de mayo. Habitualmente hacen una sola puesta al año, aunque en algunas ocasiones pueden llegar a realizar una segunda puesta.




La construcción del nido es bastante elaborada y es llevada a cabo por ambos progenitores durante dos o tres semanas. Consiste en una estructura ovoidal cerrada y alargada, de unos 20 cm de largo y unos 10-15 cm de ancho, con un pequeño orificio en su parte superior, que ubican en las ramas de los árboles o arbustos. Para su elaboración utilizan pelos de grandes mamíferos, telarañas y musgos. El interior lo tapizan con plumas y el exterior lo camuflan con musgos, líquenes y telas de araña, para así pasar totalmente inadvertido.




La puesta se compone de 7-12 huevos y la incubación dura dos semanas aproximadamente. Las crías abandonan el nido cuando tienen unos 14 días de edad.




Las principales amenazas para esta especie lo constituyen todas las alteraciones de las masas forestales en las que habitan, como son la tala, la fragmentación de los bosques y el establecimiento de plantaciones de pino, chopo o eucalipto. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, está considerada esta especie como “De interés especial”.

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