jueves, 12 de enero de 2017

La embajadora del frío. Avefría Europea (Vanellus vanellus). Pegueta.

Esa denominación como “la embajadora del frío” se la he querido dar al ave a la que hoy dedico esta entrada, la Avefría europea (Vanellus vanellus), en reconocimiento a la sabiduría que la cultura popular atesora al respecto de ella, y es que es difícil encontrar tantas coincidencias en lo que la llegada de esta ave a una determinada zona, advierte de que se aproxima el frío. 




Tanto su nombre común “avefría” como su denominación científica “Vanellus vanellus” (del latín, “vannus”, que significa "que aventa"), ya hacen una clara referencia de su relación con la llegada de clima frío, pero si nos fijamos en las múltiples denominaciones vernáculas que a lo largo de nuestro país recibe este ave, no cabe la más mínima duda de la clara relación de su aparición con la llegada de las temperaturas bajas propias del invierno.




En el libro "Las aves ibéricas en la cultura popular” podemos encontrar varios de estos nombres vernáculos descriptivos de nuestro país, como por ejemplo: “aguzanieves, aguanieve, aguafría, nevera, neverina, nevadera, nevarruzco”. Como podéis apreciar, todos hacen alusión a su aparición cuando se acerca un temporal de nieve, o a cuando el frío las empuja a latitudes más sureñas.




También existe una gran diversidad de refranes o dichos populares que nos han llegado de la experiencia y vivencias de nuestros mayores y que relacionan esta coincidencia de su llegada a un territorio, con la de las temperaturas frías propias del invierno: “cuando las “neveras” (avefrías) van pa abajo, pastorcicos mucho trabajo, y cuando las “neveras” van pa arriba pastorcicos buena vida” (de Sayago, Zamora), que nos quiere indicar que, cuando la avefrías vuelan hacia el sur, es que viene el tiempo frío, trayendo calamidades para los que tienen que pasar el día en el campo. O, este otro: “vienen las avesfrías, malas noches y peores días”.




Al avefría también se le conoce popularmente como “la paloma judía” y de ahí el dicho de que “la judia a l’horta, tanca la porta” (área de Valencia) que se traduce como “el avefría en la huerta, cierra la puerta”. o este otro, también del área de Valencia: “quan la merita (avefría) va per l’horta, fes foc i tanca la porta”, es decir: “cuando el avefría va por la huerta, enciende fuego y cierra la puerta”). Por último, decir que también en la cultura popular asturiana (área de Ponga) se recoge el dicho de “si vien n´abril l´aviblanca, trae la ñeve tres de la zanca” (recogido en el Diccionario General de la Lengua Asturiana).




Y como no podía ser de otra forma, es precisamente en estos días en los que la mayor parte de Europa está azotada por una gran ola de frío, de la que no se escapa nuestro país, cuando podemos disfrutar de la presencia de esta bella y yo diría curiosa limícola Charadiiforme que comparte familia con otras especies de limícolas como son el Chorlitejo chico, Chorlitejo grande, Chorlito carambolo, Chorlito dorado común y Chorlito gris, a las que recientemente he dedicado alguna entrada en mi blog y con las que coincide con alguna ellas, sobre todo en su comportamiento y mucho menos, en su aspecto físico. 




Podemos considerar que se trata de un ave robusta y de tamaño mediano, ya que vienen a medir unos 28-31 cm de longitud de pico a cola, con una envergadura entre los 62-72 cm. Su peso ronda los 250 gr. Su longevidad se estima que puede llegar hasta los diez años aproximadamente. Como a continuación veremos, existe un mínimo dimorfismo sexual en esta especie.




A la hora de describirle físicamente, decir que el macho con su plumaje de primavera-verano (nupcial) por sus partes superiores, incluidas las alas y la cola, son de color verdoso brillante con irisaciones púrpuras metálicas, que se tornan de un color menos intenso en invierno. Los hombros son de color azul muy oscuro.




Durante el invierno tanto las partes superiores como las coberteras, se orlan de color ocre en las puntas, proporcionándole un aspecto escamoso.




La zona ventral es de color blanco, excepto la zona caudal (infra-coberteras caudales) y la parte inferior de la cola que son de un intenso color castaño anaranjado.




La garganta es blanca y la parte anterior del cuello (babero) es de un color negro intenso. Tanto la zona del mentón como esa parte anterior del cuello, en la época invernal se vuelven más blancas. 




El píleo y la frente son de color negro.




Pero si hay alguna característica especialmente llamativa en esta especie, es la de su larga cresta eréctil, compuesta por unas cinco o seis finas y largas plumas curvadas hacia arriba, que nace en la parte postero-superior de la cabeza y que se dirige hacia atrás. En la época de cría esta cresta se hace más larga.




La cara es blanca o blanco parduzca y en ella tienen una gran mancha negra junto a la base de la mandíbula inferior y por debajo del ojo que se bifurca en dos ramas, una se dirige hacia arriba por delante del ojo y la otra se dirige hacia atrás en forma de una línea gruesa horizontal que ocupa la parte central de la cara.




El pico es corto, fino y de color negro.




Los ojos son grandes y el iris es de color marrón oscuro, casi negro.




La cola es corta, blanca y terminada en una ancha banda negra.




Las alas son grandes, anchas y redondeadas.




Las patas son largas y de color rojo pardusco con las uñas negras.




Las principales diferencias entre los machos y las hembras consisten en que éstas tienen las plumas de la cresta más cortas que las de los machos, así como que, durante la época reproductiva, tienen los negros de la cara menos intensos que los de los machos. También la mano de las alas es más estrecha y puntiaguda que la de los machos.




Por su parte los individuos jóvenes, tienen en general la coloración de su plumaje más parduzca y menos contrastada. Las plumas del manto, las escapulares y las coberteras tienen todo el borde de color ocre, lo cual les da un aspecto escamoso. La franja pectoral es más estrecha y parda y el blanco de la garganta se introduce en forma de una mancha vertical en la zona central superior del babero. Casi no presentan marcas faciales y las plumas de la cresta las tienen aún más cortas que la de las hembras.




El vuelo del Avefría europea es pausado y con un batir de alas bastante lento que se ha comparado con el volar de las mariposas. 




Cuando le vemos volando es un pájaro inconfundible. Se pueden apreciar sus grandes alas, largas y redondeadas (mano muy ancha y uniforme) en las que se distinguen dos contrastadas franjas de color blanco y negro en su parte inferior. 




La apariencia general que tiene en vuelo es la de que se trata de un ave de color blanco y negro, ya que la coloración de las irisaciones de sus partes superiores, no se distinguen bien en vuelo, habitualmente. Es por esto, por lo que con el batir de sus anchas y redondeadas alas, se deja ver intermitentemente el blanco de la parte inferior del cuerpo y alas, y el negro de la parte superior de cuerpo y alas.




En cuanto a su comportamiento decir que, al igual que la mayoría de los componentes de su familia, son unas aves que en el otoño e invierno son gregarias, formando bandos más o menos numerosos que ocasionalmente se unen entre sí, dando lugar a espectaculares concentraciones. Sin embargo, durante la época reproductiva viven aisladas en parejas, aunque la escasez de hábitats adecuados suele agrupar a varias de ellas de forma que dan la impresión de que se reproducen en colonias.




No es extraño ver esos bandos de avefrías asociados con algunos chorlitos dorados europeos, estorninos, gaviotas reidoras u otras limícolas. 




Con la llegada de los primeros fríos, es habitual verlas volar formando grandes y densos bandos, dando vueltas en búsqueda de un terreno propicio y arremolinándose antes de tomar tierra en una misma zona, todas juntas a la vez.




También cuando está en el suelo sus actitudes son muy características, especialmente al comer, y observándola no ofrece duda de que se trata de un chorlito. Corre por el suelo cortos trechos, parándose de repente, a veces ladeando la cabeza, pero casi siempre con la mirada fija en el suelo y arrancando de nuevo y doblándose para golpear con el pico la presa sin flexionar las patas. 




Está dotada de una gran vista y oído. Se dice que posee un oído tan fino que puede escuchar el ligero rumor que una lombriz de tierra hace al moverse en el interior de ésta. Así se puede ver cómo la Avefría, después de observar fijamente el suelo efectúa una corta carrera y muy certeramente extrae una lombriz de un lugar donde aparentemente no había antes nada.




El Avefría europea es un ave bastante ruidosa, que cuando se encuentra en situaciones de alarma, emite un “pi-uí, pi-uí” estridente, con un tono lastimero que es inconfundible y por lo que popularmente también se la conoce como "pibi" por lo característico de este sonido que emite.



Distinto es el canto que emite en la época reproductora que consiste en un “piuit-pi-uit” ascendente y aflautado, algo más prolongado que el de alarma, que repite con frecuencia y que acompaña al vuelo acrobático de los machos.



El Avefría europea es una especie de amplia distribución paleártica, que se extiende por Europa (50% de la población mundial), el norte de África y el occidente de Asia, donde alcanza el norte de China.


En España son un número escaso las residentes todo el año y a ellas se les unen para invernar un cuantioso contingente de ejemplares procedentes de Europa central y occidental, que huyendo de las olas de frío, llegan a partir de noviembre y permanecen hasta el mes de marzo. En esta época su distribución es amplia por buena parte de la Península y Baleares, con grandes fluctuaciones interanuales de sus poblaciones, que se deben principalmente a desplazamientos masivos en función de las olas de frío que afecten a Europa.




Los escasos núcleos reproductivos dentro de nuestro país se sitúan en Castilla y León (cuenca del Duero), Castilla-La Mancha, las marismas del Guadalquivir y el norte de Málaga. Hay otros núcleos menos importantes en Galicia, Extremadura, Andalucía, Madrid y el valle del Ebro.


Les gusta ocupar una gran diversidad de hábitats abiertos, así pueden ver hasta bien lejos y echarse a volar a la menor alarma. Lo hacen principalmente en llanuras encharcables, humedales, lagunas, arrozales, marismas, estuarios, campos de cultivo, praderas y pastizales húmedos o medio inundados.




En esos hábitats puede encontrar fácilmente sus alimentos favoritos como son los insectos, lombrices, escarabajos, saltamontes, hormigas, milpiés, arañas, moluscos y otros pequeños invertebrados terrestres. Ocasionalmente (10-15 % del total de la dieta) ingiere materia vegetal, entre la que se incluyen semillas, hojas de gramíneas y hierbas.




Al principio de la primavera, las avefrías realizan sus vuelos de cortejo, elevándose bruscamente, en vertical, antes de bajar hacia tierra, volteándose con grandes y sonoros batidos de las alas y emitiendo unos gritos característicos.




Cuando el macho está en pleno celo representa en el suelo escenas en las que trata de atraer a la hembra mostrando destacadamente el fuerte y variado colorido de su plumaje en el que la cola blanca y negra y el color acastañado que tiene bajo ella son erizados formando un abanico muy vistoso.




El periodo reproductor lo llevan a cabo entre los meses de marzo y mayo. Aunque pueden nidificar en solitario, lo más habitual es que las avefrías se asocien en colonias relativamente compactas, que defienden de forma cooperativa frente a los depredadores.




Para anidar, acostumbran a ocupar las riberas de las lagunas y de las marismas, los pastizales semi inundados y los prados.




El macho excava varios hoyos en terreno ligeramente inclinado y la hembra elige uno en el cual coloca materia vegetal seca. La puesta se compone normalmente de cuatro huevos. La incubación dura 26-28 días aproximadamente y es llevada a cabo por ambos adultos, aunque es la hembra la que dedica más tiempo a esta tarea. Ante cualquier peligro, se alejan del nido lo máximo posible, confiando en el buen camuflaje de sus huevos.




Los pollos son nidífugos, al poco de nacer abandonan el nido, aunque durante sus primeros días de vida, continúan recibiendo los cuidados paternos. Si su puesta se malogra, normalmente puede volver hasta tres o cuatro veces a repetirla. 




La principal amenaza para la especie radica en la degradación de su hábitat, provocada por la desecación de lagunas y marismas, la canalización de arroyos y ríos, la intensificación agrícola (contaminación por pesticidas directamente o a las especies de las que se alimenta), la implantación de nuevos regadíos, la roturación de pastizales y barbechos, la reforestación en zonas marginales, la explotación de graveras y el desarrollo de infraestructuras. 




Otras amenazas importantes residen en la intensa actividad ganadera que se desarrolla en algunas zonas de cría, los incendios de junqueras y carrizales o la depredación por parte de perros, ratas y córvidos. Todavía en la actualidad, la Avefría europea es una especie considerada "cazable" en nueve autonomías de nuestro país coincidiendo su llegada con la apertura de la veda, con resultados nefastos para esta especie. El avefría europea está catalogada en la categoría Preocupación menor del Libro Rojo de las aves de España (año 2004).

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