miércoles, 15 de junio de 2016

El pato con el pico azul abultado y la cola elevada. Malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala)

En esta nueva entrada voy a hablar de uno de los patos más raros que habitan en Eurasia. Me estoy refiriendo a la Malvasía cabeciblanca, una especie que en 1977 estuvo a punto de extinguirse (tan sólo se censaron 22 aves en Europa), siendo la laguna cordobesa de Zóñar, (en la localidad de Aguilar de la Frontera, cerca de Moriles), el único lugar de Europa Occidental donde todavía se podía observar a la Malvasía cabeciblanca, ya que había desaparecido de otros países mediterráneos, en los que años antes era una especie común.




Y fue precisamente allí, un 17 de noviembre de 1977, cuando un grupo de biólogos cordobeses, fueron testigos de una cacería legal que acabó con centenares de patos y que estuvo a punto de extinguir esta bonita especie, quedando tan solo esos 22 ejemplares de Malvasía cabeciblanca, confinadas en las lagunas cordobesas de Zóñar y El Rincón.




Como quiera que el antiguo ICONA no se preocupaba de que se cazara sin ningún tipo de control en estas zonas (incluida a la Malvasía cabeciblanca), se constituyó la asociación "Amigos de la Malvasía", que reunió a un buen número de amantes de la naturaleza y expertos (biólogos, veterinarios, y algún geólogo) y consiguieron reunir el dinero suficiente (algo más de 3 millones de pesetas) para comprar la laguna de El Rincón (3 hectareas). Para reunir el dinero necesario, los “Amigos de la Malvasía” abrieron una suscripción popular en la que cada organismo o particular interesado podía comprar simbólicamente terreno.




Quiero desde aquí enviar un cariñoso recuerdo para las más de 2.000 personas que en aquel entonces, contribuyeron con su dinero para adquirir de manera simbólica parte de la laguna de El Rincón, consiguiendo que se empezaran a aplicar medidas de protección sobre la misma, prohibiendo la caza y cediendo la propiedad a la Junta de Andalucía, que desde entonces y bajo la figuras de protección de “Reserva Integral”, “Reserva Natural”, “Zona de Especial Protección para las Aves” y “Zona de Especial Conservación”, se convirtió en el principal enclave para la conservación y recuperación de la Malvasía cabeciblanca. Desde entonces, gracias a los planes de conservación llevados a cabo, los efectivos de la especie han aumentado considerablemente (en 1985 había alrededor de 250 ejemplares) y sus poblaciones se han extendido hasta el punto de contar en la actualidad con núcleos reproductores regulares en las provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Sevilla, Ciudad Real, Toledo y Alicante. Asimismo, algunas parejas crían también de manera más ocasional en Albacete, Cuenca, Huelva, Jaén, Málaga y Mallorca. 




En la actualidad, la población ibérica, aunque pequeña, es seguramente la más importante de Europa. Su recuperación pues, la podemos calificar como espectacular aunque, como más adelante veremos, todavía está sujeta a numerosas amenazas.





Para poder observar y fotografiar a esta espectacular especie de pato buceador, me he desplazado a la Laguna de Navaseca, a 1 km de distancia de la localidad manchega de Daimiel. Una laguna que anteriormente era estacional, pero que últimamente, debido a los vertidos de aguas residuales y de agua depurada de la localidad de Daimiel, se ha convertido en permanente y en la que, a pesar de su pequeño tamaño, en esta época se concentran muchísimas aves como flamencos, malvasías cabeciblancas, gaviotas reidoras, rascones, avocetas, patos colorados, zampullines cuellinegros, porrones europeos, tarros blancos, fochas comunes, garcillas bueyeras, cigüeñuelas, ánades reales, ánsares comunes, gallinetas, cigüeñas blancas, etc. todo ello, sin mencionar a otros grupos como las limícolas, paseriformes y alguna que otra rapaz, o sea, ¡todo un espectáculo!




En esta maravillosa laguna, existe un circuito que bordea todo el perímetro de la laguna para ser recorrido a pie, en el que existen varios observatorios y cuyo recorrido completo, se puede realizar en menos de una hora, a paso lento. 




La Malvasía cabeciblanca es uno de los patos más raros, menos conocidos y de los más escasos de nuestra avifauna y de los que habitan en Eurasia, siendo seguramente la población ibérica, aunque pequeña, la más importante de esta especie en Europa occidental. No debemos olvidarnos de que estamos ante una especie que en el Libro Rojo de las aves de España y en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, está incluida como “En Peligro de Extinción” y como tal, está amparada por una Estrategia Nacional de Conservación.




La denominación científica de la Malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), es de etimología griega. El nombre de su género, “Oxyura”, es la combinación de las palabras “ὀξύς (oxys)”: puntiagudo, afilado y “ουρά (oura)”: cola, ya que un rasgo muy característico de esta especie, es verles nadando con su larga cola levantada verticalmente. Por su parte, su nombre específico procede los términos λευκός (leucos) “blanco” y Κέφαλος (kephalos) “cabeza”. 




Pertenecen al Orden de las “Anseriformes”, familia “Anatidae” y tienen un tamaño de unos 43-48 cm de longitud y una envergadura de entre 62-70 cm. El peso puede llegar a los 800 gr en las hembras y a los 900 gr en los machos. Existe un gran dimorfismo sexual en esta especie, además, los machos son más grandes y corpulentos que las hembras.



Su aspecto general es bastante inconfundible y característico, ya que a su cuerpo pequeño y rechoncho, se le añade una cabeza muy voluminosa, en la que destaca un llamativo y robusto pico y se remata con una larga (8-10 cm) y afilada cola, que acostumbra a mantener en posición vertical, fuera del agua, mientras nada. 



El aspecto más llamativo es el que presentan los machos durante la época nupcial o reproductora que tienen la parte superior, dorso de las alas y los flancos de color castaño rojizo, mientras que el pecho y el cuello son de color negruzco, aunque este último, algunas aves lo pueden tener de color castaño-negruzco. El vientre es de tonalidad blanquecina. 





La cabeza es de color blanco excepto su parte superior o píleo que es intensamente negro formando una franja longitudinal que se extiende por el cuello hasta la altura del pecho donde se difumina con el pardo rojizo del resto del plumaje. Esta unión es variable en anchura y algunos de estos patos, los más viejos, carecen de ella y tienen toda la nuca blanca. El cuello lo tienen corto.



El pico tiene una forma muy característica, es grande, robusto, ancho, tiene un abultamiento muy pronunciado en la base de la mandíbula superior y es de color azul claro y brillante durante la época nupcial y algo más grisáceo el resto del año.



Los ojos son pequeños y de color muy oscuro.



La cola es larga, estrecha, puntiaguda y es de color negro. Acostumbran a moverla en todas las direcciones llevándola con frecuencia muy levantada, a veces completamente vertical.



Las patas son de color gris y tienen los dedos palmeados. Están situadas en una posición muy trasera lo que les facilita el buceo y la natación, pero les hace torpes en tierra.



En el otoño, fuera de la época de reproducción, su cuerpo se torna menos rojizo y más grisáceo. La cola y el cuello se aclaran, mientras que se extienden las zonas negruzcas de la cabeza de forma variable entre el blanco, que predomina en la nuca. El pico, en esta época, se vuelve pardo oscuro y, en general, se asemejan más al aspecto de las hembras (que a continuación veremos), aunque aún conservan las mejillas blancas y el píleo negro.




Las variaciones individuales son muy grandes, sobre todo en lo que respecta al colorido y distribución de las zonas blancas y oscuras que se entremezcla en la cabeza, lo cual favorece su identificación individual. 



Con la edad la superficie de color blanco aumenta, quedando una pequeña mancha negra en la parte superior de la cabeza a modo de boina que, en algunas ocasiones, puede incluso llegar a desaparecer. El pico se vuelve más abultado.



Las hembras tienen una tonalidad general pardo-grisácea oscura con estrías jaspeadas de tonos más claros en los flancos y el pecho. 



El píleo es de color pardo oscuro casi negro y las mejillas blancas están manchadas de marrón. El tercio superior de la cara es también de color pardo, no es blanca como en los machos, e incluye al ojo, de ahí para abajo la cara es blanca, a veces con tintes marrones y en muchas ocasiones con una ancha franja horizontal de color pardo oscuro que va desde el pico hasta la nuca.



El pico es similar al de los machos aunque está menos abultado en la base de la mandíbula superior, es algo más pequeño y de color gris pardo oscuro.



Las patas son grises y los ojos de color pardo. 



Los jóvenes son muy similares a las hembras adultas, pero la cara y garganta son de color blanco sucio. El pico siempre de color pardo oscuro.



El canto del macho consiste en graznidos que emite en la época de celo. Fuera de esta época ambos sexos se muestran bastante silenciosos.



En cuanto a su comportamiento, comentar que suelen pasar la mayor parte del tiempo en el agua y sólo en contadas ocasiones, caminan por las orillas, pero con gran dificultad. Son buenas buceadoras pudiendo alcanzar hasta los cinco metros de profundidad y permanecer sumergidas alrededor de medio minuto. En situaciones de peligro son reticentes a volar, prefiriendo zambullirse para escapar, puesto que les resulta complicado el despegue, ya que necesitan realizar una carrera larga sobre el agua para conseguirlo. Eso sí, una vez que lo logran, vuelan con gran soltura y rapidez.



Durante el día intercalan los períodos de reposo, en los que ocultan el pico debajo del ala, con otros de frenética actividad (a primeras horas de la mañana y al final de la tarde), en los que las inmersiones se suceden. Una vez finalizada éstas, se dedican a descansar con el pico entre las plumas escapulares, o al cuidado de su plumaje mediante una compleja sesión en la que con el pico coloca en su lugar todas y cada una de las plumas de su cuerpo, siendo uno de los patos que dedican más tiempo a esta actividad.



Se trata de una especie muy confiada, siendo más difícil de asustar que otros patos con las que comparte el hábitat. 




Son aves gregarias, salvo en la época de cría. Fuera del período reproductor, la Malvasía cabeciblanca es un pato sociable que forma grupos numerosos de machos y hembras, mezclándose a su vez con otras especies como fochas, porrones, patos colorados y otras aves acuáticas. Durante el periodo reproductor la situación cambia: los grupos familiares se rompen y los machos, una vez concluida su muda prenupcial, comienzan a desplazarse hacia los lugares de reproducción formando pequeñas bandadas.




Su distribución geográfica actual es por el Paleártico, existiendo dos subpoblaciones bien diferenciadas, tanto en el ámbito geográfico, como en el genético. La primera (la más numerosa), en donde parece tuvo su área inicial de distribución, es básicamente migradora, y se reproduce en el sur de Rusia, Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, China y Mongolia, dispersándose durante el invierno a Turquía, Irán, Israel, Egipto y Pakistán. La segunda es de carácter sedentario y está distribuida por el Mediterráneo occidental (sur de Italia, Córcega, Cerdeña), sur de la Península Ibérica, Hungría y países del noroeste africano, especialmente Túnez y Argelia, aunque estas últimas, con poblaciones en regresión.


En España existen núcleos reproductores regulares en lagunas de Ciudad Real, Toledo, Alicante, Murcia, Almería, Málaga, Córdoba, Cádiz y Sevilla. Algunas parejas crían también de manera más ocasional en Albacete, Cuenca, Huelva, Jaén, Málaga y Mallorca. Durante el invierno, fuera de la época de cría, así como en época de sequía, realizan movimientos dispersivos pudiéndoselas observar en muchos otros lugares, dependiendo fundamentalmente del régimen de precipitaciones.




Sus hábitats preferidos se encuentran en los humedales, tanto naturales como artificiales, de aguas limpias, algo salobres y con una profundidad de entre 1-3 m (marismas, lagos, embalses y lagunas) con abundante vegetación semisumergida y periférica, como carrizos o eneas que le servirán de soporte para los nidos. En invierno, también habitan en masas de agua más abiertas y profundas.




Al tratarse de patos buceadores, necesitan zambullirse en el agua para obtener su alimento constituido principalmente por plantas acuáticas, de las cuales ingiere tanto las partes verdes (brotes, tallos, hojas) como las semillas. También consumen diversos invertebrados como larvas de insectos acuáticos, moluscos, crustáceos y pequeños peces. El pico ancho está bien adaptado para arrancar y rasgar la vegetación y hurgar en el limo del fondo para capturar los pequeños insectos y moluscos. Generalmente se alimentan por la noche.





El periodo reproductor se extiende entre los meses de marzo y septiembre. Una vez instalados en sus habituales lugares de cría y ya con el plumaje nupcial completamente desarrollado, los machos de malvasía se vuelven bastante territoriales y agresivos hacia otros ejemplares de su mismo sexo y llevan a cabo cortejos nupciales consistentes en realizar movimientos de la cabeza, rozando el agua varias veces con el pico, manteniendo la cola en abanico y nadando alrededor de las hembras, las cuales, al verse acosadas, se vuelven huidizas.





Las hembras construyen un nido flotante situado muy cerca del agua y bien oculto entre la vegetación. Para su construcción entretejen las hojas y los tallos de las plantas acuáticas y luego lo recubren con plumón. También en ocasiones utilizan los nidos abandonados de las fochas y los de los somormujos que se encuentran entre la vegetación palustre. La puesta se compone normalmente de 5-10 huevos. La incubación dura 25 días aproximadamente. Las crías son nidífugas, a las pocas horas de nacer abandonan el nido pero la madre las sigue cuidando durante unos 30 días más. A los 60-70 días de vida ya son capaces de volar, y es en esta época cuando se forman grupos de jóvenes y hembras



En lo referente a las principales amenazas que pesan sobre esta especie, en primer lugar hay que tener en cuenta a la presencia de otra especie similar, la Malvasía canela, especie considerada como rareza pero que procedente de América, fue introducida en Europa como especie ornamental durante los años cincuenta del pasado siglo. Es una especie poco exigente y agresiva que supone un grave peligro para nuestra especie autóctona, ya que no solo puede desplazarla de su hábitat, sino que además, es capaz de hibridarse con ella, produciendo ejemplares fértiles que ponen en riesgo la pureza genética de las aisladas y poco numerosas poblaciones de Malvasía cabeciblanca. 



Las Malvasías canela se parecen bastante a la Malvasías cabeciblancas, pero se diferencian de ellas porque las nuestras, son un poco más grandes, tienen un abultamiento pronunciado de la base de la mandíbula superior, porque tienen el pecho de color pardo en vez de grisáceo y porque su cola es más larga. En las hembras la franja horizontal de color pardo oscuro que va desde el pico hasta la nuca, es menos recta y más ancha que la de las hembras de la Malvasía canela.



Es fácil poder ver híbridos de Malvasía canela con Malvasía cabeciblanca, éstos tienen la forma del pico intermedia entre ambas especies y tienen un pequeño abultamiento en la base de la mandíbula superior.



Otros problemas importantes que en la actualidad tienen las Malvasías cabeciblancas son la abundancia de especies piscícolas exóticas, como las carpas o la perca americana, que provocan que las aves abandonen algunas zonas húmedas debido a las alteraciones que estos peces ocasionan en la vegetación subacuática o en la composición de la fauna invertebrada. Al mismo tiempo, los grandes ejemplares de perca americana molestan a los adultos de malvasía e, incluso, pueden llegar a devorar a los pollos.



La intoxicación por plomo es también frecuente debida a la presencia en el agua de los plomos de las cañas de pescar y la de los perdigones de los cartuchos de la caza. Por último, hacer mención también a las actividades cinegéticas en humedales, los tendidos eléctricos y la pérdida del hábitat como otros ejemplos de las muchas amenazas que se ciernen sobre esta delicada especie. 



Como medidas de protección, mencionar que actualmente se está llevando a cabo un proyecto de erradicación de la Malvasía canela y de los individuos híbridos y se están tomando medidas para la restauración del hábitat, la retirada de plomo en los humedales y el mantenimiento de los niveles hídricos en las principales áreas de reproducción.



La especie se incluye en el Libro Rojo de las aves de España como “En peligro”. Asimismo, aparece como “En peligro de extinción” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y está amparada por una Estrategia Nacional de Conservación.




Como resumen, de la situación actual en la que se encuentra esta especie podemos decir que la población actual de Malvasía cabeciblanca sigue cayendo, ya que el informe anual relativo a la población española de esta especie, correspondiente al año 2015 y elaborado por el biólogo cordobés José Antonio Torres Esquivias, determina que los efectivos de Malvasía cabeciblanca han disminuido en España, ya que al terminar el año pasado había 1.674 ejemplares de esta especie en peligro de extinción, frente a los 1.724 censados al terminar el 2014.



Hay que tener en cuenta que en 2015, año en el que no se detectó la presencia de la especie invasora de Malvasía canela en España, se produjo una disminución de los efectivos que confirma el decrecimiento de 2014 y, de hecho, los resultados de 2015 nos acercan a los más bajos del período posterior al máximo histórico de 2000, y que se corresponden a los años 2006, 2008 y 2009.





Según recoge el informe que antes he mencionado, esta disminución de ejemplares censados se ha producido por segundo año consecutivo, tras dos años en los que se habían registrado incrementos de la población, que contaba en España en 2011 con 1.960 ejemplares, número que aumentó a 2.081 en 2012 y que creció hasta 2.175 ejemplares de 2013, mientras que en 2014 su número bajó a los mencionados 1.724 ejemplares, y en 2015 bajó de nuevo, en este caso a los citados 1.674 ejemplares, es decir, muy lejos del máximo histórico, que fue de 4.486 ejemplares en el año 2000.

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