viernes, 26 de junio de 2015

Una pareja ejemplar. Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca). Pintu.

Esta primavera he tenido el privilegio de poder observar y fotografiar a placer a esta bonita especie de passeriforme. Durante unos días he podido valorar el gran trabajo que conlleva el sacar adelante a una familia completa de estos pequeños pajarillos para sus afanados padres.




Durante la época de cría se caracterizan por estar moviéndose continuamente realizando frecuentes sacudidas de las alas en las que tiene unas llamativas manchas blancas y agitando la cola de arriba abajo con bastante frecuencia.








Son unos hábiles cazadores de insectos, siendo habitual verlos utilizar un posadero en una rama de un árbol o arbusto, desde donde se lanzan en vuelo para cazarlos e inmediatamente después, dirigirse al nido construido en un agujero de un árbol o en una caja nido, con una gran variedad de insectos que no sin dificultad y de manera incesante, van capturando en los alrededores de su “hogar”. 






La plasticidad de esas imágenes, con sus variadas capturas en el pico, no las quieres olvidar y por ello intentas captarlas con la cámara, aunque en ocasiones el resultado no sea siempre fiel a lo que tu retina ha captado en un momento dado. 




El papamoscas cerrojillo es un passeriforme perteneciente a la familia Muscicapidae y al género Ficedula de unos 12-13 cm de longitud, 21-24 cm de envergadura y un peso que puede llegar a los 15 gr. Su longevidad puede llegar a los cinco años.




En esta especie sí existe un claro dimorfismo sexual. 




En primavera durante el periodo nupcial cuando cría, es cuando se distinguen muy bien los machos de las hembras. Después de criar y haber realizado la muda en el verano para iniciar la migración otoñal a los cuarteles de invierno, es difícil diferenciar los sexos pues el plumaje es muy similar en machos y hembras.




En plumaje primaveral los machos por la parte superior son de color negro o marrón oscuro según su edad y las variaciones genéticas individuales. Por la parte inferior son de color blanco y de ahí, la denominación de “hypoleuca” (blanquecino por debajo) de su nombre científico.




La cabeza tiene el píleo, la nuca y algo más de la mitad de la parte superior de la cara de color negro, mientras que la frente, parte inferior de la cara y garganta son de color blanco.




Tienen el pico fino, muy pequeño y de color negro. 




Los ojos son grandes, de color negro y están rodeados de un fino anillo periocular de color blanquecino.




La cola es corta, estrecha y de color negro por la parte superior y blanco por la inferior. El obispillo está moteado de blanco y gris y no es muy visible.




Las alas son cortas, anchas, redondeadas y tienen una amplia mancha blanca muy visible tanto con ellas desplegadas como cuando el pájaro está posado, lo mismo que el color marrón oscuro de las plumas primarias.




Las patas son largas, muy delgadas y de color negro.




Por el contrario, después de criar y haber realizado la muda en el verano para iniciar la migración otoñal a los cuarteles de invierno, ambos, macho y hembra se asemejan tanto que resulta difícil diferenciarlos. 




Los machos en esa época son de color pardo-oliváceo claro por la parte superior, mientras que el color blanquecino de la garganta, el pecho y el resto de las partes inferiores se vuelven de un blanco más ocre. Lo que sí permanece infaliblemente en todos los machos, es la mancha de la frente que habitualmente en las hembras falta del todo o como mucho tienen una pequeña mancha beige.




La cola es de color pardo negruzco con las rectrices externas blanquecinas.




En las alas tienen una franja de color blanco-ocráceo que se corresponde con las plumas terciarias. Las plumas primarias son de color marrón oscuro.




La hembra tiene un plumaje menos destacado, de color pardo oscuro uniforme por encima con un margen blanco en las plumas secundarias internas de las alas, que forman con las alas cerradas una banda paralela no nítida, sino manchada de beige. 




Los jóvenes por la parte superior son de un color marrón más oscuro que los adultos con abundantes motas de marrón claro y pardo de aspecto escamoso. En las plumas de las alas tienen una fina orla blanquecina.




Podemos distinguir dos tipos de canto del Papamoscas cerrojillo; uno de alarma o advertencia que consiste en una repetición breve y rápida de un pik, pik, pik y otro más rítmico y alegre con súbitos cambios de tono que sólo emite el macho y habitualmente lo hace desde un lugar bien destacado como lo son las ramas más altas de un árbol o arbusto, lo alto de una roca o del poste o cable eléctrico.




Al Papamoscas cerrojillo lo podemos encontrar tanto en el norte y centro de Europa, como en la mitad occidental de Asia y en África. 




En España, tiene una distribución irregular en el Norte y escasa en el Mediterráneo. En la zona Cantábrica falta en Galicia y escasea en Pirineo Navarro y País vasco. En el centro, cría en el Sistema Central y comarcas del Sistema Ibérico. Es rara en Andalucía y falta en Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. 




Se han descrito varias subespecies. En nuestro país podemos observar a la subespecie iberiae en la época estival y durante los pasos migratorios.




Aparecen en la primavera, a partir de la segunda quincena de abril, y su paso se incrementa en el mes de mayo. Van llegando poco a poco, tras pasar el invierno en el África subsahariana. 




Primero lo hacen los machos que se adelantan una semana a las hembras en su retorno a la Península Ibérica y eligen el lugar donde se ha de emplazar el nido y al llegar las hembras. Comienzan a construirlo una vez que se han emparejado, pero es ella la que elabora el nido a base de raicillas, hojas, hierbas y musgo para tapizarlo con plumas, pelos y otros materiales más finos.




En la migración otoñal, se los podemos ver desde finales de agosto a mediados de septiembre, en su paso con dirección al oeste de África, donde permanecerán durante el invierno.




Su hábitat preferido para criar está en los bosques frondosos de robledales y pinares de montaña entre los 1.000 y los 1.500 metros de altitud, aunque durante el paso migratorio, también se les puede ver en otros hábitats como en huertos, jardines y parques. 




Son aves territoriales y la reproducción la realizan en abril-junio.




Para anidar, buscan sobre todo huecos de árboles en bosques frondosos caducifolios (robledales) o de coníferas y también las cajas nido que las aceptan muy fácilmente y que constituyen un importante apoyo para favorecer la reproducción de esta especie.



Los estorninos, los trepadores, los paridos (herrerillos, carboneros,..) y los colirrojos compiten con ellos a la hora de encontrar un hueco en el que anidar lo cual incide negativamente en esta especie.




A veces realizan dos puestas por temporada. La puesta se compone habitualmente de 3-7 huevos de color azul-verdoso claro. La incubación dura entre 12-14 días aproximadamente y la lleva a cabo la hembra en exclusiva que es alimentada por el macho. Los pollos son, sin embargo, alimentados por ambos progenitores pero en mayor medida por las hembras. 




Según han demostrado investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), los machos de Papamoscas cerrojillo aumentan el aporte de alimento de las hembras cuando éstas lo solicitan durante el proceso de incubación.




Este estudio confirma que durante la incubación las hembras son capaces de comunicar sus necesidades a los machos a través de sus señales de petición y que los machos compensan las limitaciones de las hembras alimentándolas adecuadamente, una importante adaptación que aumenta las posibilidades de que la pareja tenga éxito en la cría. 




Las crías abandonan el nido alrededor de los 17 días de edad pero siguen siendo atendidas por sus padres durante unos días más.




En algunos machos, son frecuentes las relaciones poligámicas. 




La alimentación es insectívora y está basada en moscas, mosquitos y otros insectos voladores de pequeño tamaño como, escarabajos voladores, mariposas y polillas; ocasionalmente lombrices y gusanos. Para cazarlos se sitúa en un posadero desde el que se lanza en vuelo hacia ellos. Tiene una habilidad especial para cazar en el aire gracias a su acrobático batir de alas. Durante la migración también comen frutos y bayas.




Es habitual verlos lanzarse repetidamente desde las ramas bajas de un árbol al suelo o a las hojas de otro árbol o arbusto, para capturar un insecto y a continuación regresar a la misma rama. También, debido a que su vuelo es rápido y ágil, es frecuente verlos cazar al vuelo.




La destrucción de los bosques así como la mala gestión de ellos afecta negativamente a esta especie, ya que los árboles viejos son los más apropiados para la nidificación y son precisamente éstos, los que con cierta frecuencia, se eliminan de los bosques. 




Una medida efectiva que aumenta las densidades de este consumado insectívoro y favorece la ocupación de bosques escasamente desarrollados, es la colocación de cajas nido, que la especie acepta de buen grado. 





El papamoscas cerrojillo aparece incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”.